¿Y que hay de las malas energías?
No es necesario ser experta en el tema, tampoco haber estudiado los chacras, ni haber leído libros de metafísica, o mucho menos ser astrólogo, para saber que somos energía, para saber que somos más que un cuerpo transitando por el mundo.
Sin embargo, lo olvidamos o más bien lo ignoramos. Nos entrenaron a creer solo en lo que es visible y palpable a los sentidos, y a callar esa voz interior que nos habla, a callar ese sentido el más poderoso de todos: la intuición. Porque si, la intuición conecta con nuestra energía, como cuando entramos a un lugar y sentimos cierta incomodidad, o cuando hablamos con alguien y terminamos agotados, decaídos, tristes.
Existen personas más susceptibles a percibirlas y creo que hasta podría ser un don, un don del que todos podríamos gozar y usar para nuestro bien. Del que podríamos hacer uso en las decisiones que tomamos diariamente desde las pequeñas como decidir de que color vestirnos o dar un SI como respuesta a ese negocio o trabajo. Nos acostumbraron a creer más en lo externo que en lo interno, nunca nos dijeron que la respuesta a muchos de nuestros interrogantes e incluso problemas se esconde en nuestro interior. Lo sabemos siempre lo hemos sabido, pero necesitamos de la aprobación, de la rectificación de otros para creerlo.
Últimamente, me pregunto que hacer entonces cuando sentimos un velo de mala vibra o malas energías a nuestro alrededor, ¿podrán hacernos daño? ¿Tendrán el mismo poder que recibimos cuando la gente que nos ama nos envía su buena vibra y energía? ¿podrán lo malos deseos de las personas, acabar con un negocio? ¿con una relación? Será cierto entonces que no debemos contar nuestros proyectos antes de tiempo, porque el peso de la mala vibra podrán “contaminarlos”. ¿O que no debemos exponer nuestra felicidad al mundo, porque la envidia nos puede hacer daño?
No puedo negar que aceptar que existe esa realidad, DUELE, que vivimos entre el bien y el mal, DUELE. Que aceptar que hay gente tan infeliz que sufre viendo al otro feliz, DUELE y que, por supuesto la vida no es tan lejana a un cuento de hadas, al fin cabo, cenicienta no pudo librarse de la maldad de sus hermanastras, blancanieves de la envidia de su madrastra, la bella durmiente del rencor y el odio del hada maléfica. ¿Al final quien las rescató? EL AMOR.
¿Muy cursi pensar que, en la vida real, dar amor, actuar basados en el amor, llenar nuestra vida de amor y así de buenas energías, se nos devolverá en la misma medida?
El amor siempre vencerá el mal, lo he visto, lo he vivido. Sí, creó en las energías. He sentido la peste funesta, rodeando mi vida. Pero también he sido testigo de que se puede vencer cuando se lucha con amor, con fe, con positivismo, cuando CONFIAMOS que aún en las tempestades, basta una oración, una plegaria al cielo, para que EL se manifieste en nuestra vida.
Aún así no podemos negociar con el mal, por eso debemos tomar decisiones basados en nuestra intuición, elegir las personas que queremos que estén a nuestro alrededor, a quien podamos confiar nuestros deseos, sueños, fortalezas también nuestras debilidades, cuidar nuestro ambiente, no dejar puertas abiertas (espiritualmente hablando) que hagan de nuestro hogar el lugar propicio para que reposen las malas vibras, ¿CÓMO? Haciendo el bien, caminando con paso firme, seguro y correcto. haciendo de la oración nuestro escudo protector.
Porque como dicen por ahí: “YO NO CREO EN LAS BRUJAS, PERO DE QUE LAS HAY LAS HAY”
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