La verdad aunque “Duela”

Vivimos en un mundo que no esta acostumbrado a escuchar la verdad, nos cuesta decirla y peor aún escucharla.

Queremos escuchar siempre un “SI”, y darle la HUIDA a los “NO”. preferimos que nos adulen, aprueban, aplaudan, aunque el trasfondo sea caer bien, simpatizar, evitar la confrontación y en nuestra primera volteada, “zaaass” la acuchillada. le tenemos fobia a escuchar un NO, a la desaprobación y a que no siempre nos den la razón. Es por lo que nos resulta peculiar las personas “frenteras”, “sin mascaras”, aquellas que generan polémica, que anteponen su VERDAD ante lo que piensan los demás, sin miedo, sin pretender hallar la aprobación o el aplauso de los demás, esas que solo tienen una intención: la lealtad a sus sentimientos, criterios, ética, principios; a SU REALIDAD.

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Cuando se trata de exponer nuestra opinión, considero que siempre existe una buena manera de decir la verdad. Si quisiera una opinión, prefiero la de aquellos labios que no están familiarizados con la falsedad, las mentiras, las verdades disfrazadas o a medias.

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Es cierto que no es tan sencillo como escucharlo, nuestro compañero fiel, “EL EGO”, nos hace presos de sus ideas, mentiras y caprichos: de su deseo inagotable de aprobación y palmaditas en la espalda. A decir verdad, nos falta humildad, pero más allá amor propio para entender que cuando nos cierran una puerta, nos desaprueban una idea y/o nos dicen algo que no queremos escuchar, tal vez se trate del mejor regalo que nos puedan dar. Recibirlo desde nuestra luz, entendiendo que somos seres imperfectos, que no siempre tendremos la razón, que no siempre vamos a caer bien, que no siempre vamos a encajar, que no somos dueños de la verdad y que siempre hay un ángulo “diferente”, ni bueno ni malo, de contemplar una misma realidad.

No deberíamos, entonces, darle la espalda o retirarnos en puntillas, cuando se trata de escuchar aquellas opiniones que difieren con las nuestras, mucho menos, escondernos en la mascara del miedo, del deseo de siempre agradar, cuando se trata de exponer nuestra verdad. Finalmente, aquellos que valen la pena, se han de quedar, serán esos que no le temen al campo de batalla de la buena confrontación, donde se permiten a través del respeto, exponer diferentes criterios para llegar a una mejor versión de nuestra realidad.

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Nuestros oídos, se deben afianzar, de tal forma que tengan la habilidad para filtrar aquella información que llega a sumar. Quedándonos   con esas que construyan, edifican y nos permitan crecer.  Las que en cambio llevan consigo el propósito de herir, destruir y dañar, solo nosotros tenemos el poder de dejarlas ir con el viento. Procura que no hagan eco en tu mente, en tu corazón, que no dejen escaras, ni cicatrices.

Cuando somos consciente de nuestra luz, no hay palabras buenas o malas que tengan el poder de hacerla apagar, aún así decide quedarte siempre con aquellas personas que tienen el coraje de exponer su verdad, aunque esa verdad nos incomode, nos duela, pero que nos ayudarán a volar.

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