El poder de servir

“Este mundo es una montaña. Lo que hacemos es gritar. El eco nos devuelve nuestro grito.” (The Essential Rumi, p.232)

Si alguna vez has escuchado sobre el efecto bumerang, sabrás que de acuerdo a esa teoría cada acción, pensamiento o sentimiento que acobijamos, expandimos o entregamos se nos devolverá de la misma manera. Quieres amor? Ama! Quieres respeto? Respeta! Quieres aceptación? Acepta!. Pero siempre comienza por ti, cómo servir a otros sin saber que es lo mejor que tenemos nosotros para brindar al mundo?. Según Budha “Cuando una persona que ha alcanzado la liberación da algo a otra persona que ha alcanzado la liberación, el regalo que da es el mejor de los regalos”.

Al parecer eso que pudiera ser tan sencillo a veces nos queda demasiado grande. Puede ser mucho mas fácil creer que somos merecedores  de amor, respeto, honestidad, solidaridad, solo porque si. De verdad creemos que solo el hecho de nacer y tener el privilegio de recibir ese amor fortuito que proviene de nuestra madre (lastimosamente no siempre) se establecerá en la perpetuidad.

Más importante que dar a los demás, es dar deliberadamente, sin condiciones, sin esperar nada cambio, sin la mínima intención de buscar un interés propio. Cuando los actos de bondad están disfrazados de una doble intención, de mi propio interés, volverán a nosotros en pedazos de tristeza, de infelicidad, de frustración. Porque la bondad disfrazada es mezquindad y al final eso mismo recibiremos. Lo increíble sucede cuando lo que damos sea poco o mucho, viene desde el fondo de nuestro corazón con el único fin de hacer bien, de multiplicar felicidad. El altruismo es amor, y el amor es altruista. El término altruismo es definido como la preocupación o atención desinteresada por el otro o los otros, al contrario del egoísmo.

Pero más maravilloso es cuando aun en medio de nuestro dolor, tristezas o desierto, nos convertimos en alimento, fuente de felicidad y manantial para otros. Cuando no permitimos que las tristezas nos minimicen o minimicen nuestra capacidad de olvidarnos un poco de ellas para que podamos ver a el rostro del otro y tal vez ahí encontrar algo de alegría. Los seres humanos tenemos esa tendencia de huirle al sacrificio, mas aún cuando ese sacrificio es para el bien de los otros. Estamos demasiado apegados a lo cómodo, a lo fácil. Nos cuesta entender que sin sacrificio no hay amor, no hay plenitud, no hay éxito, no hay felicidad.

Nada nos podrá llenar mas que servir. Servir a los demás debe ser la misión universal de cada caminante. Estoy segura que es ahí donde se encuentra la plenitud verdadera, la felicidad añorada, esa que vivimos perdiendo y perdemos buscando.

Empecemos por hacer actos de bondad, no importa si son pequeños o grandes, si muchos  o pocos, lo importante es empezar. Lo mejor que  lograremos es despertar, a lo real, a lo verdadero, a lo gratificante, a la verdadera felicidad. Soltemos esa manera egoísta de vivir, que no es mas que ese miedo a vivir libremente, a mostrar nuestra verdadera luz, esa que se debe encender con el único fin de iluminar a los demás, porque al final como lo afirmó la Madre Teresa de Calcuta: “El que no vive para servir, no sirve para vivir.”

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